Alternativas renovables a la energía nuclear

Al igual que las energías renovables, la energía nuclear es capaz de producir electricidad sin liberar gases de efecto invernadero ni contaminantes atmosféricos, por lo que, aparentemente, puede contribuir a frenar el calentamiento global. Además, la energía nuclear se postula como una fuente de energía muy eficiente, ya que su producción no está sujeta al comportamiento del sol o del viento, como ocurre con las renovables.

No obstante, estas son posiblemente las únicas ventajas que ofrece, pues las consecuencias de instalar una central nuclear no compensan su contribución al medio ambiente. Esta fuente de energía conlleva graves problemas en la actualidad, principalmente económicos y de seguridad, así como problemas en la gestión de residuos, ya que son altamente contaminantes a largo plazo y su almacenamiento se ha convertido en un gran desafío a nivel mundial.

En términos económicos, el precio de construir un reactor es excesivamente elevado, a lo que hay que sumar, además, los costes de mantenimiento, reparación y aquellos asociados al tratamiento de los residuos. Poner en funcionamiento una central nuclear es, además de caro, un proceso largo que en ocasiones puede llegar a durar décadas. En este sentido, el proceso de construcción y mantenimiento de una central fotovoltaica o eólica, en comparación, es mucho más sencillo, rápido y barato.

Asimismo, la construcción de una central nuclear en sí supone un enorme gasto de energía y una gran generación de emisiones contaminantes de CO₂, a pesar de que la energía nuclear por sí misma no las genera. Sin embargo, esto no significa que no sea perjudicial para el medio ambiente en otros ámbitos, pues la basura radioactiva que se almacena actualmente en depósitos temporales conllevará un enorme problema social y medioambiental para las futuras generaciones.

En realidad, la energía nuclear no es tan renovable como sus partidarios defienden. Los que consideran que se trata de un modelo de energía sostenible argumentan que su capacidad de producción es mayor que la del resto de renovables, pues no depende de factores naturales. Sin embargo, omiten los avances tecnológicos existentes en materia de sistemas de almacenamiento, los cuales cada vez son más eficientes y con una mayor capacidad.

A pesar de que actualmente hasta un 80% de la energía que utilizamos proviene de combustibles fósiles, como petróleo, carbón y gas, nos encontramos con grandes alternativas a las energías menos favorables. Hoy en día, las energías eólica y fotovoltaica son las más competitivas económicamente hablando, pero su condición de intermitente no les permite funcionar, por el momento, de forma unitaria. Estas energías necesitan el respaldo de otras renovables que permitan responder a la demanda de los consumidores en todo momento, como las centrales hidroeléctricas o la biomasa.

ENERGÍAS ALTERNATIVAS:

• ENERGÍA EÓLICA: es aquella energía que se obtiene de la fuerza del viento a través de aerogeneradores terrestres, que aprovechan la energía cinética de las masas de aire. España asume un papel destacado en la instalación de infraestructuras eólicas, siendo líder en la generación de este tipo de energía.
• ENERGÍA SOLAR: actualmente existen dos formas de generar electricidad a partir del sol, la energía solar termoeléctrica, que acumula la radiación solar directa en paneles, y la energía solar fotovoltaica, que convierte directamente la luz solar en electricidad. España es uno de los países con más horas de sol, por lo que apostar por el desarrollo de este tipo de energía en nuestro país es muy propicio.
• ENERGÍA HIDRÁULICA: se trata de una de las fuentes de energía más importantes de España, la cual genera más del 10% de la electricidad de nuestro país. Se obtiene del aprovechamiento de la energía cinética derivada de las corrientes de agua, saltos de agua o mareas mediante una turbina. Debido a que su desarrollo requiere la instalación de pantanos, presas y otras infraestructuras para generar electricidad, supone una gran inversión económica. Además, posee otra desventaja, pues tiene una dependencia directa de las condiciones meteorológicas. No obstante, es una energía almacenable, por lo que puede llegar a ser muy útil en la regulación del sistema eléctrico.
• ENERGÍA MARINA: se trata de la energía generada por el movimiento de las olas y las mareas. No obstante, además del movimiento natural de las olas, se puede obtener energía del agua marina de forma similar al método utilizado en las centrales hidroeléctricas, de forma que el agua pasa a través de unas turbinas para generar energía eléctrica.
• BIOMASA: la biomasa es toda aquella materia orgánica susceptible de ser utilizada como fuente de energía. Mediante la fotosíntesis, las plantas almacenan a corto plazo la energía solar en forma de carbono, por lo que la biomasa forma parte del ciclo natural de este compuesto. Aun así, la incorporación de este tipo de energía en España es todavía muy escasa.

Para poder prescindir completamente de las centrales nucleares se necesita tiempo y, especialmente, efectuar grandes inversiones, aunque se prevé que para 2035 todas las centrales nucleares existentes habrán desaparecido. El principal objetivo de eliminar progresivamente estas instalaciones, y establecer una fecha a largo plazo, es evitar que el cierre nuclear provoque un aumento considerable de las emisiones de CO_2, pues debemos esperar a la integración total de las energías renovables para realizar una correcta gestión medioambiental.

Debemos entender que cada país y cada situación requiere soluciones diferentes, pero apostar por la generalización de las energías limpias será una buena opción en países donde los recursos renovables no escasean, como España. Deshacernos progresivamente de fuentes de energía que utilizan combustibles fósiles o que generan residuos que suponen un gran daño al medio ambiente será un factor clave para acabar con los posibles riesgos que nosotros mismos estamos provocando.

Ángela Martín Parrales

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