La llave inglesa

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Cuando nos imaginamos a un fontanero o electricista, es fácil imaginarse qué tipo de herramientas usará. Los sopletes, destornilladores e incluso serruchos suelen ser el pan de cada día en esta clase de profesiones. Sin embargo, olvidamos con frecuencia que el instrumento más utilizado, no solo por estos profesionales, sino también por cualquier persona que pretenda hacer cierto arreglo en casa, es la llave inglesa. 

Por esa razón, os mostraré brevemente en qué consiste esta herramienta y cuál ha sido su recorrido a lo largo de la historia. Porque, aunque parezca mentira, montar un tornillo nunca ha sido tan sencillo. 

 

La llave inglesa también se conoce por otros apelativos, tales como “llave francesa”, “llave de perico” o “llave ajustable” y, como ya he mencionado antes, sirve para el ajuste o el afloje de tornillos y tuercas. 

La principal característica de este tipo de utensilio es su capacidad para adaptarse a distintos tamaños. Anteriormente se debía cargar con varios tipos de llaves, las cuales poseían tamaños bien diferenciados, lo que, claramente, resultaba mucho más tedioso para los trabajadores. Supongo que muchos recuerdan el episodio de Los Simpsons en el que intentaban asesinar a Homer encerrándolo en una sauna, abaratando la puerta de esta con una gran llave de apriete. Estoy bastante seguro que de haber sido una llave inglesa, los planes del asesino no habrían sido frustrados. 

Chascarrillos aparte, considero importante dejar clara la importancia de este tipo de llave. Su forma lisa en la cabeza, facilita el trabajo e impide que se deteriore o dañe el material sobre el que ejerce la presión, como si pasa, por ejemplo, en los alicates. 

Hay diversos tamaños de llaves inglesas, dependiendo de los elementos para los cuales estén destinadas. También hay variedad de formas de estas llaves, desde las primitivas, que se ajustaban mediante cuñas que requerían la ayuda de un martillo para ajustar la cabeza móvil, hasta las más modernas que poseen un mecanismo automático de ajuste. 

 

Historia 

De su recorrido poco hay que decir, puesto que no se sabe a ciencia cierta quién inventó este concepto de herramienta. Se sabe que las primeras llaves ajustables fueron ideadas por el ingeniero inglés Edwin Beard Budding en el siglo XIX. Este hombre, en teoría, reemplazó la cuña por un tornillo de ajuste. Es probable que el nombre de la herramienta guarde relación con la nacionalidad de su supuesto inventor. Digo supuesto, porque al parecer también se atribuye su creación y patente al herrero sueco Johan Petter Johansson.  

Por supuesto, surgieron variaciones posteriormente, como la llave Stillsonde la que hablaremos en futuros artículos.  

 

Espero que estos breves, pero contundentes datos os sirvan para comprender un poco más las herramientas que usamos tan usualmente. Me gusta pensar que somos la generación que disfruta de las facilidades que tanto costaron crear e idear. 

 

José Francisco Bullón Molina 

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