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La energía solar fotovoltaica es una fuente de energía renovable capaz de producir electricidad a partir de la radiación solar, a través de un dispositivo semiconductor denominado célula fotovoltaica.
En los últimos años, el sector de las energías renovables ha adquirido un gran protagonismo, ya que, además de contribuir a la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera, favorece el desarrollo de nuevas tecnologías y creación de empleo, disminuyendo la dependencia de nuestro país de los suministros externos.
Según los datos obtenidos del informe “Tendencias de Transición Energética 2020” (Power Transition Trends 2020) realizado por la empresa de investigación BloombergNEF (BNEF), en 2019 la energía fotovoltaica destacó como la principal fuente de generación de electricidad que se añadió a las redes en numerosos países.
Aunque tanto la energía solar como la eólica representaron el 67% de la capacidad de producción de energía a nivel mundial, los sistemas fotovoltaicos fueron los más utilizados, convirtiéndose en la cuarta fuente de energía más popular en esta última década. La energía solar representó casi la mitad de toda la nueva capacidad de generación de energía construida en todo el mundo, por detrás de la eólica, carbón, gas e hidroeléctrica.
El estudio señala que 2019 supuso una importante incorporación de las energías renovables en las nuevas instalaciones destinadas a crear electricidad, pues se produjo un considerable aumento en comparación a la década anterior. Además, la investigación demuestra que la utilización de este tipo de energías ya no es un proyecto propio de los países con mayor nivel económico. Desde 2011, los sistemas de generación de energía eólica y solar han sido los responsables de la mayor producción de energía de la mayoría de los países que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Actualmente, el autoconsumo fotovoltaico es una tendencia en auge, regulada a través del Real Decreto 900/2015, de 9 de octubre. Se trata de una forma de producción de energía eléctrica, por la cual, una parte o la totalidad de esa energía que se genera es consumida directamente por el usuario. Estos módulos fotovoltaicos pueden colocarse en viviendas, industrias o cualquier tipo de construcción, tanto en la cubierta de una edificación como sobre soportes en el suelo, aunque es recomendable buscar la mayor integración posible con el entorno.
En función del tipo de instalación de la que disponemos, es posible desconectarse de la red eléctrica o depender de ella en los momentos en los que no haya sol, a pesar de que los paneles fotovoltaicos generan electricidad incluso en días nublados, disminuyendo, eso sí, su rendimiento.
Son muchas las ventajas de las instalaciones fotovoltaicas, pues además de no generar residuos ni gases perjudiciales para el medio ambiente, por su carácter de energía limpia, esta forma de producción de electricidad es silenciosa y muy asequible económicamente.
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Ángela Martín Parrales
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