El reciclaje de los aparatos eléctricos y electrónicos

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Como ya vimos en el artículo “La gestión de residuos por parte del instalador eléctrico”, no solo los trabajadores o productores de aparatos eléctricos deben tener en cuenta su reciclaje, los ciudadanos también debemos gestionar nuestros equipos eléctricos y electrónicos domésticos adecuadamente.

El Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) considera aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) a todos los aparatos que para funcionar debidamente necesitan corriente eléctrica o campos electromagnéticos. Los AEE son productos complejos que, generalmente, incluyen numerosas piezas y componentes que deben separarse apropiadamente.

Los AEE forman parte de nuestro día a día, pues las sociedades modernas necesitan de estos dispositivos para desarrollarse como tal. Aunque nos aportan comodidad a la mayoría de nuestras tareas, hay que entender que muchos de sus componentes son muy contaminantes y pueden convertirse fácilmente en chatarra electrónica. Contribuir a realizar una buena gestión de estos será fundamental para que el medio ambiente no acabe pagando por nuestras acciones.

En la actualidad, los hogares españoles se encuentran repletos de electrodomésticos o pequeños aparatos eléctricos que, una vez pasado su periodo de vita útil, albergamos en los rincones sin saber muy bien qué hacer con ellos. Cuando nos animamos a tirarlos, normalmente optamos por depositar aquellos de pequeño tamaño en la basura orgánica, sin realmente conocer los problemas o perjuicios que esta acción puede acarrear en la naturaleza.

El desarrollo de la tecnología ha permitido incluir numerosos electrodomésticos o equipos eléctricos y electrónicos en la mayoría de los sectores laborales, pero cuando estos aparatos dejan de funcionar quedan obsoletos y se convierten en residuos. Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) son los desechos de los dispositivos eléctricos o electrónicos que utilizamos diariamente, como una lavadora, un teléfono móvil o un ordenador.

El principal peligro de los RAEE o basura electrónica es que pueden contener sustancias altamente toxicas, como el cadmio, mercurio, plomo, arsénico, fosforo o aceites peligrosos y gases contaminantes que afectan en gran medida a la capa de ozono y contribuyen al aumento del calentamiento global. Estos gases, aunque necesarios para el funcionamiento de nuestros equipos, pueden emitirse al medio ambiente o ser perjudiciales para la salud si los residuos no se gestionan y se reciclan adecuadamente.

Con el fin de alcanzar la sostenibilidad, y conseguir un beneficio social y medioambiental, en la última etapa de un AEE deben entrar en juego las cuatro “R”: reducir, reutilizar, reparar y reciclar. Cuando un AEE se convierte en residuo debe conservarse para futuras generaciones a través del reciclado, de tal manera que se contribuya a la aplicación de una economía circular eficiente.

La legislación establece que, si quieres deshacerte de un RAEE, cualquier establecimiento tiene la obligación de encargarse de su gestión tras adquirir uno nuevo. Además, los puntos limpios son nuestros grandes aliados para depositar nuestros aparatos en caso de que no queramos sustituirlo.

Desde 2018, los aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) se dividen en 7 categorías y subcategorías en función de su uso y de sus características:

  1. Aparatos de intercambio de temperatura: frigoríficos, aparatos de aire acondicionado, bombas de calor, radiadores de aceite, etc.
  2. Monitores, pantallas y aparatos con pantallas de superficie superior a 100 cm²: pantallas, televisores, marcos digitales para fotos con tecnología LCD, monitores, ordenadores portátiles, etc.
  3. Lámparas: lámparas fluorescentes, lámparas de descarga de alta intensidad, lámparas de haluros metálicos, lámparas LED, etc.
  4. Grandes aparatos (con dimensión exterior superior a 50 cm): lavadoras, secadoras, lavavajillas, cocinas, equipos de música, grandes ordenadores, grandes impresoras, etc.
  5. Pequeños aparatos (sin ninguna dimensión exterior superior a 50 cm): aspiradoras, máquinas de coser, hornos microondas, aparatos de ventilación, planchas, tostadoras, relojes, maquinillas de afeitar eléctricas, básculas, aparatos de radio, videocámaras, etc.
  6. Equipos de informática y telecomunicaciones pequeños (sin ninguna dimensión exterior superior a los 50 cm): Teléfonos móviles, GPS, calculadoras de bolsillo, ordenadores personales, impresoras, etc.
  7. Paneles fotovoltaicos grandes (con una dimensión exterior superior a 50 cm): Paneles fotovoltaicos con silicio y paneles fotovoltaicos con teluro de cadmio.

Debido a la toxicidad de sus materiales, estos dispositivos requieren de un cuidado especial en los procesos de tratamiento, reciclaje y almacenamiento, y no pueden mezclarse con otros flujos de residuos.

Como usuarios tenemos la obligación de responder sobre ellos de la forma más eficiente posible, sin caer en el desconocimiento y actuar de forma correcta en la gestión de su reciclado. La responsabilidad es solo nuestra, y de nosotros depende mejorar e informarnos para saber que la mayor parte de nuestros AEE se pueden reciclar. Ser conscientes del daño que provoca que estos productos acaben en vertederos nos ayudará a entender lo importante que es su reciclado.

Los avances tecnológicos son cada vez más notables en nuestra sociedad, por lo que la producción de dispositivos mucho más veloces y dinámicos motivarán el incremento de los RAEE. Según la Oficina Internacional de Reciclaje, se prevé que la basura electrónica mundial habrá crecido en un 30% para 2025.

Aunque debemos tener muy en cuenta el reciclaje, en realidad lo más aconsejable sería tratar de prevenir la generación de los RAEE. Evitar producir nuevos residuos mediante un consumo responsable de los aparatos, prolongando su vida útil y reutilizándolos cuando sea posible, será fundamental para reducir su impacto medioambiental.

Ángela Martín Parrales

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