¿Qué es la energía solar fotovoltaica, y por qué debería ser la principal fuente sostenible?

Nos encontramos ante un nuevo cambio de paradigma en la sociedad. Uno que comienza a responsabilizarse con el medio ambiente, con aquello que nos rodea, y sobre todo, por nuestro futuro y el de nuestros prójimos. Y ante todo esto, hemos de preguntarnos qué se puede hacer en la industria de la instalación, y si especificamos más, exactamente en la del ámbito fotovoltaico.

La energía solar fotovoltaica es aquella que se obtiene de manera natural, es decir, a través de convertir la luz proveniente de los rayos del sol, en electricidad, y todo esto, únicamente utilizando una tecnología que permite que estos rayos acaben en una placa fotoeléctrica. Por lo tanto, nos encontramos ante un tipo de energía renovable, abundante, interminable, y sobre todo no contaminante.

Este tipo de tecnología contiene diversas ventajas. Entre ellas:

-Una energía renovable, interminable y no contaminante, por lo tanto, coopera a un mundo mejor en cuanto a materia sostenible.

-Una buena estructura. Permite que su instalación se realice en zonas aisladas y sobre todo rurales, en donde no suele contener ninguna red eléctrica dada su lejanía. La instalación en dichas zonas, contiene varios hechos positivos, como por ejemplo: una climatología más seca y muchas horas de sol durante grandes periodos de tiempo.

-Instalaciones de baterías. En ellas se podrá almacenar la electricidad sobrante, para darle un uso de manera posterior.

-Instalación modular y ajustable. Podemos encontrar instalaciones que vayan desde grandes plantas fotovoltaicas en suelo, hasta otras de mucho menor tamaño, como paneles para tejados.

Y la gran cuestión es, ¿por qué debería ser una fuente sostenible a considerar importante? Básicamente por lo comentado con anterioridad. El compromiso de una sociedad con el cambio climático, las energías renovables y limpias, y un modelo de carácter sostenible y sobre todo eficaz, ha provocado que en España desde 2018 se esté apostando por esta iniciativa. Y es que, si su uso no es frecuente a día de hoy, no deja de ser por la gran inversión que se tiene que producir en ella. Dada por las grandes distancias que supone la instalación actual de estas mismas, el gran coste de almacenamiento, el elevado valor de las baterías, y la relativa corta vida útil de estas mismas, el tiempo para una instalación de estas magnitudes va entre 1,5 y 3,5 años.

Pero mientras que en países como Alemania o Países Bajos, ya cuentan con un mayor desarrollo de potencia fotovoltaica, tendríamos que preguntarnos sí estamos invirtiendo bien el dinero, en aquello que conocemos como ‘’energías sostenibles’’. Porque todo aquello que conocemos bajo ese epígrafe, únicamente solo supone un 3% de la nueva potencia instalada en Europa, en cuanto a lo denominado como “energía solar fotovoltaica”.

Kevin López

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